Portada » Escalada y senderos de alta montaña
Mi nombre es Eduardo Mostazo Gracia. Vivo en Hervás, en el Valle del Ambroz, al pie de las montañas nevadas, sobre las Tierras de Granadilla. Trabajo como guía de montaña y otras actividades en la naturaleza con Origen, deporte y naturaleza. Quería contaros sobre las montañas del territorio, de mi vecindario, aunque hay tantos rincones que no sabría por dónde empezar, tanta historia, tanto escrito en el paisaje.
Las montañas me atrajeron desde pequeño: la sensación de estar allí arriba, admirando el paisaje alrededor como una gran rapaz que planea, como si las cuestiones “mundanas” fueran solo de las zonas bajas, de los llanos, las dehesas,.. Y no es que estas zonas bajas no sean espectaculares y bellas, reconfortantes, es que las montañas tienen su morfología, todo en realidad, exagerado, impresionante: las vistas, los roquedos, las gargantas, y sus habitantes, animales y vegetales.
Recuerdo siendo pequeño, disfrutando como tanta gente del campamento de verano en Hervás, cuando me fijé en estas cumbres, lo que hoy llamamos el “skyline”, esa línea que une y recorre las cumbres, el horizonte. Eran, en concreto, los canchales del Valdeamor y del Canchal de la Gallina. Tendía yo menos de 10 años y aún lo recuerdo con cariño, como los fines de semana recorriendo las orillas del embalse de Gabriel y Galán, o los baños en las piscinas naturales. Quién me iba a decir que después recorrería esas cumbres, y después, aún mayor, guiaría personas y grupos para ascender a sus cumbres o recorrer en piragua las orillas del Alagón.
Desde aquel campamento, aún habrían de pasar algunos años hasta contar ascensiones a todas las cumbres vecinas de los Montes de Tras la Sierra que separan estas comarcas del Valle del Jerte: el exigente Pinajarro, de 2099 m, el centinela imponente sobre el valle del Ambroz, la Nijarra, en los mapas Canchal de la Portilla del Arenal, poco más de 100 m más alta pero tan lejana, el pico Tras la Sierra, de nombre modesto pero importante, con sus 1916 m, los diferentes “Camocho”, sobre los 1800 m de altitud, varios en Hervás en torno a la Portilla de Jerte, camino del Valdeamor, o el de Casas del Monte y Segura de Toro al sur del Puerto de Honduras, desde donde se pierde altura y ya apenas se superan los 1500 m de altitud en los picos más al sur como el Cerbunal, La Gama o el risco del Fraile, llegando hasta el Pitolero, de 1350 m, donde estos montes de Tras la Sierra se desploman súbitamente entre extensas dehesas y baldíos de Cabezabellosa.
No solo de altas cumbres se vive, también existen lugares únicos en las laderas, y montes más bajos, como el Cerro del Búho, de Cabezabellosa, con su antiguo castro, su ermita y su mirador, o los canchos donde enseñamos a escalar, o el vecino llano de las Piedras Labradas, con los restos de templete romano. Volviendo al norte, encontramos la belleza de las vistas de la sierra y el valle y el glaciarismo desde La Muela o La Cruz de Jeromo, y al oeste, tras algunas cumbres salmantinas volvemos a las Tierras de Granadilla coronando en el Calama, remoto y exigente, recomendable en bicicleta de montaña. Y como si saltáramos en la piragua el río Alagón, volvemos a subir en La Pesga al Pico Blanco, o el Romero, o el Culebro, con las historias sobre su nombre auténtico. Y si queda fuerza aún nos queda la Sierra de Santa Bárbara en Marchagaz, una isla botánica.
Bellos miradores naturales que no debemos menospreciar, especialmente en la alta montaña, donde hoy queda el silencio de las cabras que ya no están, y las historias de sus cabreros eternos.
Eduardo Mostazo Gracia
Origen Deporte y Naturaleza